Las primeras aventuras de rol que preparaba de adolescente, eran mazmorras de estrechos pasillos en las que podían aparecer dragones en salas. Algo común en los inicios mazmorreros. ¿Cómo habrían llegado allí aquellas criaturas?
En Twitter, el 6 de diciembre de 2019, se me ocurrió una semilla de rol para una mazmorra que explicaría por qué cabían allí cuatro dragones.
El hilo comenzaba con el siguiente tuit:
Para la próxima mazmorra rolera he metido cuatro dragones, uno de cada color y en una sala distinta... ¿Qué? ¿Cómo? ¿Argumento? ¿Qué significa eso? 🤔
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Imagen de Andrea ☕😘 en Pixabay |
Y lo explicaba así:
Cuatro dragones en una mazmorra
(Nota del autor: Cada párrafo sería un tuit, aunque he modificado algunas cosas para clarificarlo mejor, así que no es 100% exacto al original. Di por sentado que mucho se debería presuponer de la lectura, pero tras leerlo cuatro más tarde, veo que queda un poco confuso incluso para mí, así que me ha parecido bien aclararlo por adelantado).
Norman, el Mago, siempre había tenido pasión por los dragones. En sus antiguas andanzas, consiguió cuatro huevos de dragón: Uno rojo, uno plateado, uno negro y uno azul. Los tenía guardados en su decrépita mansión, a las afueras del poblado de Taplasto.
Pasaron años antes de que se le ocurriese la siguiente locura. Si tenía los huevos, ¿por qué no incubarlos? ¡Podría tener sus propios dragones! Así que comenzó a investigar más sobre los hábitos de los dragones.
Su gran biblioteca, o al menos la mitad que aún estaba en pie, contenía una gran cantidad de libros de draconología. Estudió durante tiempo, mientras comenzaba a construir un refugio oculto bajo la mansión. Creó cuatro salas grandes pero con puertas pequeñas para albergar a los futuros monstruos.
Parte de la colina sobre la que se elevaba la mansión se derrumbó por un túnel mal planificado. Murieron cuatro obreros, pero poco importaba. Eran forasteros venidos de lejos y, al fin y al cabo, cuando acabasen, los iba a matar. No quería dejar testigos de su bien planificada mazmorra.
Aprendió artes nigrománticas para crear un ejército de no-muertos y, de paso, prolongar su propia vida. Su locura ya no podía aumentar más, era imposible. Pero su dinero menguaba, así que tuvo que vender algunos poderosos artefactos.
Hubo revuelo cuando Yurguen el Historiador mostró al mundo el ambiciado Ojo Dorado de Oggylyoth, por el que había pagado una millonada de oros. Nunca pudo decir a quién se lo había comprado, porque apareció misteriosamente muerto poco después, aunque nadie le robó el Ojo Dorado.
Décadas más tarde, con los pasadizos construidos y los obreros convertidos en no-muertos, comenzó las tareas de incubación. Cada dragón era un mundo.
Para el dragón rojo, tuvo que mantener una hoguera encendida alrededor del huevo durante tres semanas. Era difícil mantener el fuego encendido, sobre todo por la falta de oxígeno, así que tuvo que construir una chimenea y tuberías con acceso al exterior.
Por supuesto, los constructores de esa obra de ingeniería murieron antes de salir de allí, mientras el ejército de no-muertos se incrementaba proporcionalmente.
El huevo de dragón blanco fue fácil de incubar. Necesitaba luz directa las 24 horas del día durante siete semanas. Varios conjuros de luz permanente con una serie de cristales cubriendo las paredes fueron más que suficientes.
El huevo negro permaneció en una cuba, cubierto por agua pantanosa, dos meses. El olor era insoportable para cualquier ser humano, aunque el único ser parecido a un humano que quedaba allí era Norman.
El huevo azul requirió de mecanismos más complejos. Una serie de tuberías metálicas, muy finas, abobinadas, cubriendo paredes y techo y en contacto con el huevo, sobre las que descargaba el mago su magia de contacto electrizante cada pocas horas. Eclosionó en dos semanas.
Los pequeños dragones permanecieron encadenados en sus salas. Los no-muertos les llevaban comida, recogían sus excrementos, los aseaban, mientras Norman les daba mucho cariño, como le correspondía como padre dragón que era.
Los dragones fueron creciendo, sin volverse demasiado inteligentes, permaneciendo salvajes. Cuando las cadenas ya fueron inútiles, demasiado débiles para contener tan descomunal fuerza, las bestias eran demasiado grandes para escapar por la pequeña puerta por la que se tenían que arrastrar los que querían acceder a la sala.
Y allí sigue Norman, más de cincuenta años han pasado desde el fin de su obra. Los campesinos se niegan a acercarse a la colina de la «Mansión de los Chillidos». Los niños se asustan cuando ven al viejo hombre que parece muerto por los alrededores de la mansión, donde negocia con granjeros y cazadores.
Sólo se acercan aquellos que le llevan sus reses muertas. Norman paga bien por ellas, incluso por lobos cazados y cualquier animal con algo de carne que comer. Nadie pregunta, sólo se lo llevan.
Aunque se ha corrido el rumor de vacas robadas. Y de campesinos que desaparecen. Y de sombras extrañas en la colina de los chillidos. Y las leyendas cuentan también cosas sobre los tesoros que el viejo Norman debe de tener. O debía, porque hace tiempo ya que no se lo ve.
Lo de la mazmorra con cuatro dragones era una coña, pero ahora, con la tontería, me dan ganas de prepararla de verdad 🤣🤣🤣
¿Motivado para una mazmorra?
Y ahí acababa el hilo, que se podría resumir con una pregunta, ¿qué más necesita un grupo de aventureros para explorar una mazmorra, de tamaño desconocido, con cuatro dragones dentro? Aventureros que ni siquiera saben de la existencia de esas cuatro criaturas.
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